Al menos, eso es lo que declaró su marido, Juan Carlos Lecompte, en la primera entrevista que concedió, publicada el miércoles en el diario colombiano El Tiempo.
"Hubiera preferido que hubiera sido un poco más cariñosa conmigo, no tan fría, pero es que un secuestro es una cosa muy complicada y uno no puede calcular el amor de esa manera", dijo Lecompte, quien añadió: "No debo descartar que se haya acabado todo con Ingrid. El amor por mí pudo habérsele acabado en la selva".
Posible estrés postraumático
Hay muchas posibilidades de que los rehenes liberados por las FARC desarrollen estrés postraumático, según explicó en un comunicado hace unos días el psicólogo y psicoterapeuta Ricardo Ros, experto en trastornos de ansiedad y estrés.
Ros declaró que la adaptación de Betancourt tras seis años de secuestro "necesita su tiempo". En el caso de personas secuestradas, la vuelta a su vida anterior "ya genera estrés de por sí", porque "tras acostumbrarse a condiciones de vida muchas veces infrahumanas, ahora tienen que volver a adaptarse a relacionarse en condiciones de igualdad con su entorno", apuntó el psicólogo.
"Sobre todo", añadió, "tienen que enfrentarse a la necesidad de recuperar los lazos familiares y de amistad que se interrumpieron, teniendo en cuenta que la vida de sus seres queridos, a pesar del dolor, no se detuvo. Enfrentarse a unos hijos ya crecidos, a cambios desconocidos, a nuevas personas en la familia, puede llevarles a deprimirse y a sentirse fuera de lugar".
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